Análisis Neva - Un pequeño y precioso juego de acción y plataformas convertido en obra de arte

Disfrutar de Neva es directamente proporcional al tipo de jugador que seas. Si buscas una experiencia como Gris probablemente disfrutes de lo lindo, y si buscas algo más parecido a un videojuego de plataformas también, porque es como una especie de mezcla entre ambos y ninguno de los dos. Hay momentos contemplativos, momentos de plataformas difíciles, enfrentamientos contra jefes finales, y resolución de algunos puzles no excesivamente complicados. Si eres un jugador acostumbrado a experiencias mucho más complejas quizás Neva se va a quedar a medias en todo, incluso en la relación de su protagonista Alba con su perra con cuernos, Neva, a la que podremos llamar y acariciar pulsando un botón en diferentes momentos del juego. Quizás el problema está en que Neva podría haber sido uno de los mejores juegos del año si sus creadores hubiesen aprovechado todo el enorme potencial que tanto su protagonista como su acompañante, como las mecánicas de juego construidas hubiesen sido aprovechadas mejor, y hubiesen metido más situaciones como estas, creando un juego de unas 8 o 9 horas en la que, incluso, tuviésemos una mayor relación entre Alba y la propia Neva, creando un vínculo aún mayor y no tan predeterminado, como por ejemplo dependiendo de las veces que la ayudamos, la acariciamos, se cae y la levantamos, o la llamamos y la premiamos.

Aún así, el juego resulta muy gratificante, muy divertido, y realmente engancha el planteamiento de llevar a una acompañante a la que podemos llamar y acariciar siempre que queremos, y a la que vemos ir creciendo desde que es pequeñita conforme pasa el tiempo. Tanto las situaciones de enfrentamientos normales, como las plataformas, como los enemigos finales, resultan de lo más gratificantes, y aunque son pocos porque el juego acaba demasiado rápido, nos dan ganas de volverlo a jugar una segunda vez para conseguir estas flores escondidas que a buen seguro hemos dejado atrás en la primera vuelta, aunque no sean muchas. Es un juego divertido, está bien hecho, es una auténtica maravilla de ver, escuchar, sentir y experimentar con todos los sentidos, al menos mientras dura.

Uno de los problemas que puede tener NEVA está en sus mecánicas de juego, especialmente si has jugado a GRIS, el anterior juego de la compañía responsable. Si es así, verías que era más una experiencia que un videojuego, en el que sí que te persiguen ciertas criaturas o incluso que hay ciertos momentos en los que tienes que empezar una zona desde el inicio, pero que son tan sumamente sencillos que son más para disfrutar de la misma y hacernos partícipes del sufrimiento de su protagonista. Neva sí que es un videojuego, aunque demasiado corto para los estándares actuales. Y es que no llega a las cinco horas, y encima hay muchos momentos en los que solo andamos de un sitio a otro sin hacer nada, mezclados con otros momentos en los que tendremos plataformas 2D realmente complicadas y enfrentamientos contra ciertos enemigos también complicados. Para alguien como yo, que lleva más de cuarenta años jugando a videojuegos, la experiencia ha sido muy gratificante, pero el problema está en el público actual mucho más acostumbrado a los extremos, es decir, o bien un juego que resulte una experiencia, o bien un juego difícil, o bien un juego de plataformas puro. Si eres capaz de pasar esta barrera inicial, así como la de su corta duración, vas a disfrutar de este juego.

Aparte de esto, a la hora de enfrentarse a enemigos y a las plataformas, todas están muy bien medidas y sin complicados esquemas de control como en muchos juegos actuales. Hay un botón para hacer salto y doble salto (dos veces), otro para desplazarse en el aire una vez, y otro para atacar, y con una combinación de algunos de ellos haremos algunos ataques especiales. Luego tenemos un botón que puede parecer una tontería, y es que en el juego controlamos a Alba, una chica acompañada de lo que podría ser un perro con cuernos llamado Neva, y que llamamos cada vez que pulsamos dicho botón (el triángulo en PlayStation). Esto sirve en ocasiones para diferentes cosas, como llamarlo cuando se aleja, acariciarlo si estamos cerca, o simplemente para echarlo de menos cuando no esté cerca y escuchemos a Alba decir su nombre con diferentes entonaciones. Parece una tontería, pero ayuda muchísimo a meterse en la piel de su protagonista y disfrutar aún más de esta experiencia.

Neva parte de la base de Gris, un juego que resulta ser una especie de aventuras contemplativa con ciertas plataformas y sin enemigos que puedan ponernos las cosas complicadas, y a partir de ahí construye un videojuego de acción y plataformas mucho más completo. En todo momento tenemos la sensación de estar de llenos metidos en una especie de pintura impresionista con trazos de acuarela diluida y mezclada con un gusto exquisito, y es probablemente lo más original y reseñable de toda la experiencia, junto al hecho de llevar a una compañera a la que podemos llamar, acariciar, y utilizar en ciertos momentos para los combates y los puzles. Todas estas mecánicas deberían haberse utilizado mucho más, aunque eso hubiese supuesto más trabajo técnico, más escenarios, más enemigos, y por tanto más tiempo de desarrollo, pero todo lo que vemos en el juego es digno de mención y de ser experimentado.

En cuanto a sus mecánicas, salvo poder llamar a Neva, no hay nada demasiado reseñable. Algunos puzles, la utilización de la luz en ciertos momentos, las diferentes alturas, la ambientación de estilo Princesa Mononoke, o el comportamiento de algunos enemigos concretos, son destacables y no demasiado vistos en prácticamente ningún videojuego actual, lo cual es también digno de mención. Por ello, y por lo bonito que resulta todo el conjunto, no solo a nivel artístico, sino también el que escuchemos a Alba llamar a Neva por el altavoz del mando de PlayStation, y la relación entre las dos protagonistas, merece la pena.

Su sencillez es una de sus mayores virtudes. A nivel técnico, solo ver las imágenes o los vídeos del juego nos deja muy claro que estamos ante un cuadro animado, una serie de representaciones de su artista principal, Conrad Roset, y de su particular estilo impresionista de acuarela. Tanto los escenarios como los enemigos, algunos objetos, la protagonista Alba y su acompañante Neva están realizados con sumo gusto y con gran detalle para ser un trabajo en 2D, y se mueven que es un gusto haciéndonos partícipes de la historia en todo momento. Si jugaste al anterior trabajo de Nómada Studio, GRIS, verás muchas similitudes en todo el acabado técnico, un juego hecho en 2D con Unity que se mueve con una gran soltura y suavidad y cuyas animaciones y calidad técnica y artística está fuera de toda duda.

En su banda sonora ocurren tres cuartos de lo mismo. Vuelve a correr a cargo de Berlinist, quienes saben acompañarnos perfectamente por sus escenarios ambientados en las diferentes estaciones del año huyendo de los típicos instrumentos utilizados hasta la saciedad por otros compositores y acompañándonos en todo momento de la experiencia visual y, sobre todo, de conocer a nuestra acompañante Neva durante todo el viaje y hacer buenas migas mientras la nos hace pensar en querer disfrutar más tiempo de su compañía.