Análisis The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom - Una aventura inolvidable que exprime Switch de una forma casi mágica

Con The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, el equipo de Eiji Anouma ha creado el título más largo, versátil y rejugable de toda la franquicia, con muchísima diferencia, tanto que en algunos aspectos puede considerarse que Breath of the Wild era una beta de esta experiencia. Conquistar el juego nos puede llevar fácilmente 80-100 horas de juego, pero si queremos ahondar realmente en los 3 mapas disponibles, aprovechar las opciones de creación y desvelar los centenares de secretos que esconde el juego es (muy) fácil llegar a las 150-200 horas. Y lo mejor de todo, hacerlo sin darnos apenas cuenta, conectarnos para echar una o dos horas y terminar disfrutando toda la tarde de toda clases de misiones, descubrimientos, peleas con enemigos, nuevas combinaciones de armas...

Si hay un punto innegablemente brillante en >Tears of the Kingdom es su capacidad para atrapar al jugador y hacerlo vivir una auténtica aventura, darle verdadera sensación de progreso y proponerle todo tipo de retos; se ha mejorado profundamente la cantidad y variedad de misiones ofrecidas, las mazmorras (que ahora son sobresalientes), el sistema de recompensas... Y esto redunda en una experiencia inmersiva y brillante como pocas, con increíbles momentos, batallas y experiencias de exploración para dejarnos con la boca abierta cada pocas horas. También ayuda a que se mantenga un altísimo nivel de libertad, pero al mismo tiempo el juego nos marque claramente el siguiente punto de progresión en la historia para seguir una partida media (aunque, claro, es totalmente orientativo).

A nivel jugable The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom toma como base el excelente gameplay de Breath of the Wild para evolucionarlo y revolucionarlo con un montón de novedades que refrescan enormemente la experiencia. Así, los combates con espada, los esquives, el parry o la acción con el arco se ven enriquecidas ahora con la que es sin duda la mayor novedad: la Ultramano, una increíble habilidad creativa que nos permitirá dar vida a todo tipo de invenciones, desde vehículos (aéreos, marinos o terrestres) a armas, pasando por diseños francamente alucinantes y versátiles. Y lo mejor de todo es que el impresionante diseño del juego los integra a la perfección, dándonos una gran libertad para experimentar y divertirnos, convirtiendo Hyrule en nuestro patio de juegos. Por supuesto, hay un montón de desafíos, santuarios con puzles y otro tipo de puzles en el entorno, pero siempre tenemos la opción de afrontarnos utilizando el ingenio y/o la habilidad, probando diferentes estrategias y opciones, y eso es divertidísimo.

La Ultramano es tan impresionante que quita el foco de otras habilidades igualmente interesantes, como la posibilidad de fusionar armas y flechas con elementos creando combinaciones realmente sorprendentes (e igualmente divertidas), un útil rebobinado de determinados elementos que da lugar a momentos francamente astutos, o la posibilidad de traspasar techos, que cambia nuestra forma de enfrentarnos a determinados enigmas, pensando más en vertical que en ningún otro juego de la saga. Esta gran cantidad de novedades funcionan como un reloj y hacen muy sencillo olvidarse de pequeños aspectos que podrían haberse pulido un poco más, como pequeños fallitos de cámara en las etapas de construcción o una interfaz un poco rígida para elementos como el disparo de flechas especiales, una vez nos acostumbremos. Así, el resultado final es sobresaliente, y los nuevos desafíos que nos esperan podrán a prueba todas estas habilidades (y los nuevos poderes que iremos desarrollando) hasta llegar a un alucinante colofón final.

Quizá el punto más conflictivo de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom está en lo innovador que resulta, ya que las increíbles y alucinantes novedades que trae esta entrega (2 mapas adicionales, nuevos poderes y mecánicas, todo el sistema de creación y fusión...) chocan un poco con la idea de que estamos en una versión del Hyrule que conocimos en Breath of the Wild, y se van a repetir enemigos, poblados y ciertas situaciones (ninjas Iga incluidos), por lo que el nivel de sorpresa es un poco montaña rusa en algunos momentos.

Con todo, el equilibrio se decanta claramente hacia la novedad, ya que lo que inicialmente parecen pequeñas novedades se van volviendo más y más importantes conforme avanzamos, y dan lugar a situaciones totalmente alucinantesy muy distintas a lo que vimos en la anterior aventura de Link. El desarrollo vertical de muchos niveles, el nuevo gameplay del subsuelo, las posibilidades para crear diseños alucinantes, el refrescante uso de las armas combinadas, los trucos que necesitaremos para seguir explorando el cielo y todos los impresionantes inventos de los Zonnan... El equipo creativo ha dado vida a una impresionante patio de juegos en el que hacer cosas que nos van a dejar con la boca abierta.

A nivel visual, The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom es sin duda uno de los techos gráficos de Switch, pero más por su ambicioso mapa e increíble nivel de detalle, además de impresionante motor físico que por su acabado en sí. Tomando como base Breath of the Wild, el equipo de diseño ha hecho magia para añadir un montón de nuevos elementos y multiplicar la escala del juego, llevando la acción a dos nuevos (y sorprendentes) mapas y revolucionando las mecánicas. El título consigue mantener ese increíble mapeado a 30FPS, sin problemas de rendimiento reseñables (solo algunos bajones muy puntuales que no afectan al Gameplay), y además darle libertad al jugador para que dé vida a sus creaciones aprovechando el potencial de la Ultramano. Una estupenda dirección artística y mejoras en el diseño - en especial, en las nuevas mazmorras, que son un ejemplo de buen hacer y encantarán a los fans más veteranos de la saga - disimula a la perfección las pequeñas aristas de esta brillante experiencia, que ha conseguido sacar petróleo de un hardware con más de 6 años y conseguir una experiencia tan intensa como alucinante. No se puede pedir mucho más...

Con respecto a la banda sonora, de nuevo vuelve a brillar el talento de los nuevos compositores de Nintendo, con el regreso de Maasa Miyoshi (y algunos espectaculares remixes de temas de BOTW) y un nuevo trío de genios: Maasa Miyoshi, Masato Ohashi y Tsukasa Usui, que consiguen darle muchísima personalidad a la banda sonora, y conseguir orgánicamente un tema que se adecúa a la perfección a cada situación. El resultado final es francamente sorprendente, y además de una gran música ambiental, incluye temazos que no dejaréis de tararear para los momentos clave. Esto se combina a la perfección con el doblaje al castellano, que aunque es solo parcial le da mucha más fuerza a las escenas clave de la historia, y se complementa con una estupenda traducción de textos.