Análisis Kingdom Hearts: Melody of Memory (PS4, Xbox one, Switch) - ¡Música, Maestro!

Terminar el modo historia de Kingdom Hearts: Melody of Memory nos llevará en torno a las 8-10 horas de juego, dependiendo de lo perfeccionistas que seamos y el porcentaje de canciones que queramos terminar. Pero esto es solo el principio, ya que con dificultades para todos los gustos (3, más un modo especial) y un montón de extras desbloqueables - diseños, historias, portfolios... - los que disfruten consiguiendo rankings perfectos van a pasar decenas y decenas de horas delante de la pantalla. Quizá por eso aquí brilla un poco más la entrega de Switch, ideal para partidas cortas en el metro, tren, bus...

Ya fuera de la experiencia principal hay que destacar las opciones multijugador incluidas, y aquí hay que felicitar al equipo creativo por currarse tanto un modo cooperativo como competitivo; en el primero podemos repartirnos a los personajes y enemigos, y unir fuerzas para superar los niveles (muy interesante sobre todo para jugar con peques, o con nuestra pareja), mientras que el competitivo nos propone ver quién lo hace mejor mientras enviamos trampas y enemigos al otro jugador. El problema es que no hay emparejamientos con nuestros amigos online, por lo que su importancia se limita casi exclusivamente al local.

A nivel jugable, Kingdom Hearts: Melody of Memory es una apuesta por el ritmo, los reflejos y la buena coordinación, permitiéndonos revivir los 18 años de historia de Kingdom Hearts a través de sus composiciones más inolvidables, sus mundos, batallas contra enemigos - - e incluso jefes. Para ello el equipo de desarrollo se ha marcado un original sistema de ritmo que nos obliga a coordinar las pulsaciones de los 3 botones principales (cada uno asociado a un personaje) con los gatillos y el botón superior, que nos permitirán realizar acciones especiales como saltos, golpes únicos, uso de armas...

La fórmula rítmica funciona mejor que bien (salvo algún fallito muy puntual que hemos tenido en nuestra experiencia), aunque hay que reconocer que es un tanto limitada - y repetitiva - a largo plazo, salvo que seamos de esos jugadores completistas que disfruten consiguiendo los mejores rankings y puntuaciones.

Con Kingdom Hearts: Melody of Memory, la propuesta de Square Enix e IndiesZero ha sido dar una vuelta de tuerca a la fórmula Theatrhythm, y aplicarla esta vez sobre el universo de Kingdom Hearts (que ya estuvo de invitado en los juegos musicales para 3DS). A nivel jugable se ha intentado hacer algo distinto y más dinámico, y ahí es donde está la fuerza e innovación del juego, huir de los cabezones y mostrarnos lo que bien podrían ser fases de acción de un capítulo de la saga.

La forma en la que se ha recordado la historia también es digna de mención, aunque en nuestra opinión algunos capítulos se han quedado un poco cojos (358/2, te miro a ti), y aunque la selección de temas es impresionante algunos mundos se limitan a un solo tema (como el Let it Go / Suéltalo de Frozen), lo que potencia la idea de que estamos ante un recopilatorio-reciclado de temas, en lugar de un juego que brille por sí mismo. Solo en la parte que cubre Kingdom Hearts III encontraremos alguna novedad... y es de poca importancia.

Sin duda, el punto en el que más pincha Kingdom Hearts: Melody of Memory es en el apartado técnico, especialmente en el visual, ya que a nivel gráfico nos encontramos modelados y animaciones más cercanas al remastered de las entregas de PS2 que a un juego actual. Es cierto que hablamos de un título musical en el que este punto no es tan importante, y que la entrega de Switch también habrá limitado el desarollo en otras plataformas, pero incluso así el juego queda un paso por detrás de lo esperado.

Donde su potencial es incontestable es en su banda sonora; un tributo de 150 temas a algunos de los mejores trabajos de Yoko Shimomura, canciones inolvidables de la historia de Disney y momentos llenos de emoción con las increíbles composiciones de la genial artista nipona. Las voces nos vuelven a llegar en inglés (ya estamos un tanto acostumbrados), aunque con textos en castellano para que nadie se pierda nada (al menos, por el idioma, porque la complejidad de las tramas...).